Alguna vez, ¿se han preguntado por qué la gente le teme a la muerte? Tal vez la respuesta esté contenida en otra pregunta: ¿qué hay después de morir? La incertidumbre ante lo desconocido nos carcome, nos incomoda, nos aterra. No estamos diseñados para concebir la nada, el vacío absoluto. Nuestra mente necesita respuestas, necesita sentido, necesita agarrarse de algo. Pero, si nos detenemos un momento a pensar… ¿qué hay realmente detrás de la muerte? ¿Qué sigue?
Algunos creen en la reencarnación. Que volveremos como otra persona, otro ser, un animal incluso. Pero, si eso fuera cierto, ¿Quién lo decide? ¿Nosotros? ¿Tendríamos la libertad de elegir nacer en un cuerpo privilegiado, con todas las comodidades, o nos veríamos arrojados a una vida de miseria, de abandono, de hambre? Si hay un ente, un juez supremo que asigna nuestros destinos, ¿bajo qué criterio lo hace? ¿Por qué algunos nacen con todo y otros con nada?
Otros piensan en el cielo y el infierno, en un juicio final donde nuestras acciones nos encaminarán hacia la eternidad en la luz o el tormento eterno. Pero hay algo aún más aterrador: el limbo. Un castigo reservado, dicen, para quienes deciden marcharse antes de tiempo. ¿Condena eterna por una decisión personal? No es el tema que quiero desarrollar hoy, pero es inevitable preguntarse: si existe un Dios que nos juzga, ¿qué clase de ser es para decidir sobre millones de almas, cada una con su historia, su dolor, sus circunstancias? ¿Quién se cree para asignarnos un destino tan absoluto? Me resulta ridículo.
También hay quienes creen en el reencuentro con los seres queridos. Un "más allá" donde volveremos a abrazar a quienes se fueron antes que nosotros. Pero, ¿por qué habría otra vida después de esta? ¿Cuál sería el propósito? ¿Vivir eternamente en las nubes, ser ángeles, volar? La idea me resulta infantil. No le encuentro lógica.
Creo que el miedo a la muerte no proviene de la muerte en sí, sino de lo que viene después. Y, curiosamente, entre más ferviente es la fe, más grande parece ser el temor. ¿No es contradictorio? Si alguien realmente creyera en la promesa del cielo, ¿por qué tendría miedo? Y sin embargo, en cada esquina hay alguien intentando venderte la idea de Dios, inscribirte en su "libro de la vida", asegurarse de que compartas su fe. ¿Por qué les importa tanto si voy al cielo o no?
Si existe un Dios, es egoísta. Si realmente quisiera el bien de la humanidad, ya lo habría hecho. Y si la Tierra es el resultado de su obra, su trabajo deja mucho que desear. Pero en fin, estoy divagando...
Ahora, ¿a qué le tengo miedo yo? No a la muerte, sino a la ausencia. Al vacío que dejan quienes se van. A la falta de sus risas, sus abrazos, sus palabras. A la forma en que el mundo sigue girando, indiferente a nuestra pérdida. Me aterra que aquellos que amo se vayan de manera abrupta, trágica, sin despedidas.
¿Miedo a mi propia muerte? No. Si un día me toca partir, imagino que será como una anestesia profunda, una siesta de la que nunca despertaré. Sin transiciones, sin conciencia del final. No creo en paraísos ni condenas. Solo en la nada. Y quizás, eso es lo que realmente nos aterra: la posibilidad de que todo termine, sin más.
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